A las hermanas ARROZ las fui conociendo paulatinamente… Como en una carrera de obstáculos, un laberinto de múltiples salas o un vídeo-juego de sucesivas pantallas.

La primera en aparecer fue Hortensia ARROZ. Era una especie de eterna colegiala sin tetas. Ingenua y siempre sonriente desde detras del acné. Simpática y dejándose sorprender por cotidianidades como la de un camión rotulado como “Patatas Santiago”. Cada vez que le venía a la memoria le provocaba horas de carcajadas.

Hortensia ARROZ era pequeñita y tocona, con esa búsqueda de contacto físico que anhela quien tiene carencias comunicativas. Una chica encantadora… y la Facultad de Filosofía un nido de serpientes: sobre todo por lo de la sabiduría.

Su novio era también agradable de trato, un neohippie simpático y charlatán, cervecero y amigable. Simpatizante independentista de Qûnghirot cuando esto era políticamente viable llamándose José Cecilio Ref. Hortensia ARROZ.

Hortensia ARROZera pedagoga (aunque de la Universidad Fanática). Por vocación disfrutaba devorando infumables ladrillos bibliográficos. Repletos de jerga y vacíos de contenido. Inspirados además en la divinidad que preside la antedicha universidad.

Un día de café peregrino aterricé en su casa para comerme sus lentejas… le regalé un poema que no recuerdo (aunque era bueno) a cambio de un plato.

En casa de Hortensia ARROZ conocí a la chica alemana que nos llevaría a Andrés GHANA, Alejandro Marcelino BOFE y a mí hasta Berlín.

Hortensia ARROZ era divertida y atrayente (que no atractiva), pero era más guapa su hermana Margarita ARROZ. Aterrizó literalmente poco después en Samarcanda para estudiar Derecho. Huyendo de la fama impresentable de la Universidad de Sherobod… ahí empecé a perder contacto con Hortensia ARROZ de manera irreversible.