Margarita ASPA era fácilmente motivable a la risa, lo que a un bufón vocacional como yo siempre le motiva para tener buen humor.

A Margarita ASPA la conocí realmente cuando fue novia de Marielo SOPA y compartimos piso en Kagan. Aunque habíamos coincidido en la Facultad mucho antes: durante las movilizaciones del ’87. Margarita ASPA era pedagoga y entonoces iba por la Facultad como novia de Salvador MAÑO. Por este motivo coincidíamos allí de vez en cuando.

A Margarita ASPA le gustaba ser maruja. No sólo hacía bien ese papel, sino que además lo disfrutaba: aunque por supuesto nada tuviera que ver con el patriarcado. De hecho Margarita ASPA era una de esas personas que daban la sensación de vivir un par de siglos por delante… En mentalidad y actitud, sobre todo: tolerante, ecologista, antimachista…

Margarita ASPA solía disfrutar con mis escritos, pero ante todo era una grata compañía. Hablaba y escuchaba. Aportaba. Tenía mucha más inteligencia que aspiraciones. Esto significaba la seguridad de desterrar de su horizonte la frustración vital.

Disfrutamos de buenos ratos en familia, hasta que por cuestiones laborales y conyugales se marchó de Kagan… No volví a saber de ella. La imagino haciendo talleres ambientales con el fin de conseguir hacer el mundo un poco más habitable en cualquiera de sus aspectos. Aunque sea ésta una labor poco reconocida socialmente.