Pedro

COME

 

Samarcanda

´94

´98

556

             

 

Pedro COME era un tío de lo más ocurrente y entrañable[1], siempre presto a los juegos de palabras como buen ser extraordinario. No sólo compartimos piso, también lugar de trabajo, inquietudes y carácter. Como buen historiador que es, ha pasado a la Historia entre risas y complicidades. Un humor envidiable… incluso borracho y pidiendo confesión durante aquella mítica noche de septiembre del ’94, cuando repartieron gratis aguardiente recién destilado en la plaza de Angren.

Pedro COME era una de esas personas que a veces uno se encuentra en la vida como por casualidad… teóricamente parecería imposible que existieran, pero la práctica desdice el planteamiento. Cargado de buen humor, ironía e inteligencia. Si no era infinito, al menos Pedro COME era inagotable. Su prodigiosa memoria le hacía especialista precisamente en aquella faceta de la realidad que había elegido: la Historia. De eso era profesor cuando le conocí en Angren durante el curso ’94-’95. No sólo fuimos compañeros de trabajo… también compartimos piso, ocio, paisaje y miles de facetas más de una existencia que a su lado siempre se hacía corta.

El aburrimiento estaba desterrado, porque siempre había alguna faceta de lo existente que en cualquier momento podía caer bajo la lente de su implacable microscopio. Con Pedro COME al lado, la realidad se transformaba en un mero divertimento. No es que desapareciera lo negativo: se modificaba su aspecto gracias a aquel prisma crítico cargado de buen humor que caracterizaba la visión que Pedro COME tenía de la realidad completa.

Los temas aparentemente más banales se convertían por arte de magia en objeto de reflexiones cargadas de valor trascendente. Pero también al revés: cualquier tema importante perdía su carga trágica ante su inclemente bisturí, sin concesiones…

Las actividades más cotidianas resultaban entretenidas. Junto a él, el aburrimiento estaba desterrado. Por desgracia mi memoria no es tan buena como para recordar los miles de anécdotas que llegamos a compartir a lo largo de aquel curso. Como tampoco alguna de las que nos regaló la convivencia extemporánea en Djizaks durante el curso siguiente. Entonces nos veíamos en ocasiones y tomábamos copas junto a Yanira Ref. Pedro COME, quien más tarde acabaría siendo su mujer. Incluso alguna vez llegamos a disfrutar la Samarcanda de cañas y alterne, aunque estuviera presente Dolores BABÁ y sus connotaciones…

En todo caso Pedro COME me legó como herencia en Samarcanda a partir del ’97 la presencia inigualable y la ayuda de su hermano, José César Desfalquen. Una especie de continuidad de aquel privilegio que fue llegar a conocerle.

Pedro COME sigue vivo en algún instituto, seguro, gracias a su ironía y su buen hacer. Le imagino lidiando con directores, alumnos y sindicalistas. Saldrá indemne, seguro, porque tiene el don natural de capear el temporal por mucho que arrecie. Genial como su constante homenaje vital al Segundo Wittgenstein.

Dejaré aquí apuntadas, a modo de anecdotario sugerente, algunas de sus ocurrencias. Con el fin de evitar que se las lleven el tiempo o el olvido… y también para compartirlas. Como terapia que sirva para luchar contra las telarañas mentales, siempre prestas a adueñarse del cerebro.

1.          Pedro COME era cachondo a matar: una especie de inteligencia aplicada a la existencia, a la supervivencia. “¿Leche de soja? ¡Imposible! ¿cómo va a ser eso, si la soja no tiene tetas?” –decía con frecuencia.

2.          Con la fina ironía que caracterizaba sus intervenciones… A veces, cómplice en alguna conversación pícara, se dirigía a alguno de sus contertulios masculinos llamándole cariñosamente, como en confidencia: “¡gata loca!”

3.          Parafraseando una propaganda de los ’70, sobre la colonia masculina de nombre Brummel, Pedro COME decía: “Mejor cuanto más cerda” (en el original la última palabra era cerca).

4.          Como quien citaba algún ingrediente culinario o cierta comida, Pedro COME solía hablar de “cabezas de hostias”.

5.          Mientras estuvo como becario en Edimburgo, allá por los ’80, le invitaron a participar en la grabación de un disco. Su intervención era sencilla y folklórica, nada musical. Mientras los componentes del grupo cantaban en inglés, Pedro COME tenía que decir a modo de anécdota exótica en castellano: “Te invito a comer”. En el momento de grabar le pudo su afán improvisador y añadió de su cosecha: “Te lo como todo”. Así quedó inmortalizada la canción.

6.          Como vehemencia extemporánea, como forma de expresar contrariedad, Pedro COME tenía una muletilla que decía literalmente: “¡Me cago en el dios de los cristianos!”

7.          Si en la conversación surgía por cualquier motivo alguna alusión a algo que provocaba alegría y cariño, Pedro COME utilizaba la palabra adecuada: entrañable. Y acto seguido, tratándose de un sinónimo pero cargado de connotaciones gore, dejaba caer como al descuido otra palabra… viscerable.

8.          Haciendo gala de una fina ironía, mezclada con una carga crítica a la vez que ridiculización deliberada del mundillo intelectualoide, Pedro COME solía decir: “Comentario de texto… sí, yo también detesto los comentarios”.

9.          “Cuidado, no te pase lo mismo que al hijo de Hércules… que le dieron por ‘er culito’” –era otro de los motivos de su carcajada.

10.       Cualquier conversación que incluyera citar un martes, resultaba una buena excusa para soltar aquella carga de profundidad que decía: “Martes… de cagajones te hartes”.




[1] Viscerable, que decía él como sinónimo.

 

 

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