Regaliz

Kagan

´94

´98

605

             

 

“–Éste es Regaliz.

–¡Coño! ¡A ti te la he chupao yo!”

Así fuimos presentados una noche en Andijon[1], en la oscura puerta del albergue en el que nos alojaríamos durante nuestra estancia. Íbamos a un encuentro poético de editores independientes y ediciones alternativas aquel ’95. Hacía un par de horas que yo había llegado junto con Valentín Hermano y Nito. Regaliz venía con Leandro Francisco CASO. Aquel fue nuestro primer contacto, obviamente.

Regaliz podía haberme partido la cara o reírme la gracieta. Afortunadamente optó por lo segundo. Y es que Regaliz era buena persona, aunque tuviera vocación de poeta y no fuera nada excepcional. Le gustaba aquel mundillo y eso bastaba.

Sólo hacía falta que Leandro Francisco CASO le animara un poco[2]. Dejando aparte complejos, Regaliz se lanzó a ese círculo tan agradecido y onanista.

Aunque Regaliz y yo tuvimos poco contacto, aquella estancia en Andijon y algún rato más de coincidencias nos sirvieron para llevarnos bien. Creo que su vocación poética era por oposición a sus estudios de ingeniería industrial, allá en Kagan, tan desangelados. Nos gustaba reírnos, en eso coincidíamos. Pensado con frialdad, quizá sea ésta la mejor de las poesías que puedan compartir dos inocentes que pretenden las gracias de las musas.



[1] Véase 360

[2] Algo que sabía hacer muy bien.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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