Bienve
Denow   Namangan ´88 ´99 742
             

 

Nos habíamos conocido durante alguna de las oscuras noches de los ’90 y pico, un día que fuimos presentados en el Fin de siglo. Al menos así me lo contaba Bienve Denow, aunque francamente yo le recordaba entre neblinas… mayormente etílicas. Era del pueblo de Jesús Manuel LAGO y Fermín COLEGA, un pequeño núcleo de Denow; por esas referencias llegó hasta mí. Después (como el Guadiana) desapareció una temporada y apareció de nuevo durante un día aciago: se presentó de improviso en La Tapadera, con intenciones de charlar y recordar viejos tiempos.

Pero aquélla era una velada de “tiempos nuevos, tiempos salvajes”, que dirían los Ilegales. Tal como le gustaba decir a Bienve Denow, sin preverlo ni pretenderlo, apareció el día del “levantamiento del cadáver de La Tapadera”: es decir, procedíamos al desguace final del engendro. Supongo que a Bienve Denow la coincidencia le pareció tan fantasmagórica como a mí, pues no dejaba de ser una maldita casualidad que aquella visita (que bien habría podido ser el inicio de una larga serie de entretenidas y fructuosas charlas) se convirtiera en una despedida.

Definitiva. Yo le conté mis intenciones de marcharme a Catalunya, mis planes para una nueva vida alejada de aquel cementerio con apariencia de paraíso que entonces era Samarcanda… imagino que en eso habrá conservado su esencia: no he vuelto, por fortuna. Bienve Denow me animó sobremanera, entusiasmado con mi proyecto y convencido de que saldría bien; siempre que tenía ocasión me lo decía con estas mismas palabras: “seguro que lo de Catalunya saldrá bien”. Así fue, inmejorable; quizás gracias al conjuro de sus palabras positivas y sus ánimos… cualquier energía positiva resulta siempre bienvenida.

En aquella época, cuando le conocí, se encontraba terminando la carrera de Biblioteconomía y seguimos en contacto virtual durante algunos años… más tarde, a saber por qué avatares de la electrónica, la informática o la cibernética… perdimos el contacto. Para entonces Bienve Denow ya trabajaba como bibliotecario en aquel entrañable núcleo de Denow y comentábamos infinidad de cuestiones relacionadas con los libros o el compromiso social.

Bienve Denow me resultaba un tipo entrañable, sincero y cercano… del que además podían aprenderse infinidad de cosas: una de esas personas cuya sabiduría no podría uno explicar científicamente, pero que irradian conocimientos de múltiples tipos. Para mí Bienve Denowrepresenta una alegoría: la imagen diáfana de abrazar un horizonte de amanecer, límpido. Una energía positiva, tan potencial como un trampolín hacia el futuro.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta