Brenda
ÁMBAR       ´98  744
             

 

La vi pocas veces: Brenda ÁMBAR era una de esas chicas huidizas, aprovechaba cualquier excusa o la ocasión propicia para hacer mutis por el foro, que se dice en el mundo del teatro. Quizá por eso en mi memoria Brenda ÁMBAR quedó archivada un poco entre neblinas, casi como una metáfora de su escapismo; creo recordar que era la hermana de Braulio ÁMBAR, pero quizás los recovecos de mis neuronas me juegan una mala pasada y no es cierto… Resulta secundario, en todo caso, para las preocupaciones narrativas que me atañen ahora.

No sé cómo, Brenda ÁMBAR apareció en el horizonte sentimental de Conrado RASPA, pero fue éste y no otro el motivo de que Brenda ÁMBAR entrara en el grupo de personas cercanas a mi conocimiento. Aquel acontecimiento, el hecho de que Brenda ÁMBAR entrase en la vida de Conrado RASPA, hizo que se tambalearan los cimientos de este hombre… por fortuna para él. Lo cual me hizo reflexionar sobremanera acerca de la condición existencial de Conrado RASPA y, por extensión, de mis conclusiones sobre el género humano en su conjunto.

Digamos que gracias a Brenda ÁMBAR el insigne y famoso filólogo cambió radicalmente: no sólo en costumbres y perspectivas acerca de la vida en general, también en su forma de relacionarse con el resto de la Humanidad. Esto último lo digo de primera mano y con conocimiento de causa, pues tuve ocasión de comprobar la metamorfosis en nuestro trato personal, sin ir más lejos.

De frecuentar la noche y perder el oremus entre alcoholes, costumbres ambas que Conrado RASPA solía practicar con cierta frecuencia, pasó a retirarse de la circulación y ejercitar la vida abstemia: ambas cosas con la intención de dedicarse a un monacato académico y conyugal, según solía argumentar y/o confesar en las pocas conversaciones que pude mantener con él en esa temporada…

En otras palabras: el calavera de renombre, el crápula declarado y convencido… había sentado la cabeza. Uno de los múltiples ejemplos que nos presenta la experiencia, sin duda; diría más: es la plasmación práctica de lo que teóricamente se denomina etapas de la vida.

En fin, de alguna manera todos hemos ido evolucionando con la experiencia y la edad hasta ese oasis que parece no llegar nunca y cuando lo hace: aísla al protagonista ya para los restos ¡por suerte! alejado irremisiblemente de esa etapa de aprendizaje tan desgastante como aleccionadora. Lo interesante de este caso, por tanto, sin duda reside en la personalidad y los resortes psicológicos de Brenda ÁMBAR: la mujer que consiguió civilizar a aquella fuerza incontrolable llamada Conrado RASPA.

Como conclusión primera podría decir que aquel carácter huraño de Brenda ÁMBAR venía a ser el complemento ideal para la personalidad del maromo, hasta entonces siempre disperso y perdido en relaciones humanas fungibles y etéreas: muchas veces vaporosas, poéticas y aleccionadoras, sí, pero de escaso provecho existencial.

¿Qué puedo decir para denostar a la pobre Brenda ÁMBAR, si yo mismo he sucumbido también, durante una época de mi vida ante semejante desierto de tentaciones? Sin duda la aparición de Brenda ÁMBAR en la vida de Conrado RASPA significó la tabla de salvación para conseguir sustraerle del inevitable (de otra manera) naufragio.

¡Qué poco importaban las conclusiones a las que pudiera llegar el público! Yo mismo con mis tonterías no era más que una salpicadura inevitable, como las que adornan los bajos del pantalón tras el vómito del borracho.

 

 

Sonido

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