Braulio

ÁMBAR

   

´96

´99

213

 

A pesar de que estaba descolocado, de que se encontraba fuera de lugar en casi todas partes, nunca perdía la sonrisa. Braulio ÁMBAR soñaba con un mundo diferente al actual, aunque se manejaba en éste con soltura… de hecho su posición resultaba envidiable para la mayoría de los mortales, pero a él no le satisfacía.

Braulio ÁMBAR era un tipo con una inteligencia académica muy por encima de la media, que sabía combinar con formas de inteligencia emocional. Había conseguido colocarse en un lugar privilegiado, preferente dentro de la UdeS… con todo lo que esto significa. Pero sus inquietudes estaban en otro plano: tanto es así que hablaba de abandonar el estamento docente… al menos de la UdeS.

Probablemente pedir traslado a otra universidad haya sido la solución elegida finalmente… no lo sé, le perdí de vista precisamente a finales del ’98 o principios del ’99. Hasta ese momento Braulio ÁMBAR había estado implicado en La Tapadera… iba por allí de vez en cuando, hacía sus pinitos y proyectos. No en plan artístico, más bien eran ingenierías, maestrías manuales y ensayos técnicos más o menos industriales: una de sus ideas era construir una bicicleta súper-ligera que revolucionara el mundillo en cuestión.

Esto ya indica que iba por el lado tecnológico. En la Facultad de Filosofía se encontraba entre el conjunto de quienes se aglutinaban alrededor de las Ciencias y sus tentáculos filosóficos. No obstante, su carácter abierto y amigable hacía que Braulio ÁMBAR se llevara bien con todos los habitantes de La Tapadera. Seguramente si no llegó a implicarse más fue por las múltiples facetas a las que tenía que atender durante esa etapa de su vida: laboral, sentimental, intelectual… Braulio ÁMBAR era una mente ágil, un espíritu inquieto: nos caíamos bien y esto hacía que los diálogos entre nosotros fueran dinámicos y ocurrentes. No creo que las diferencias de criterio fueran el motivo por el que abandonó el proyecto común y descabellado por el que de alguna forma se vio salpicada su existencia… llamado La Tapadera. Más bien debió de replantearse su vida y en el nuevo esquema no cabía semejante heterodoxia.

Estaba en edad de eso que llaman sentar la cabeza. Era íntimo de Joaquín VERDAD, por este motivo llegamos a contactar… nuestra común amistad nos llevó también a compartir veladas inolvidables: por ejemplo, cenas informales y plagadas de ingenio, buen humor y temas de conversación interesantes.

Estoy seguro de que en caso de haber continuado teniendo una relación amistosa que se prolongara en el tiempo, habría surgido algún proyecto atractivo que habríamos compartido… pero no fue así.

Imagino que la cuestión sentimental tuvo algo que ver también en el asunto: en aquella época Braulio ÁMBAR estaba convencido de terminar la relación con Rebeca Ref. Braulio ÁMBAR, su pareja del momento… una chica que se entendía muy bien con Dolores BABÁ. De hecho, en una excursión que compartimos los cuatro a la península ibérica… ellas hicieron muy buenas migas entre sí. Por eso entiendo un poco mejor si cabe el punto de vista de Braulio ÁMBAR.

En definitiva, Braulio ÁMBAR acabó desapareciendo… o fui yo quien desapareció de su vida, tanto da. Las ideas que en su día llegamos a compartir[1] estarán adheridas a las paredes de aquel local ya inmortal por pertenecer al ámbito de la memoria idealizada. La Tapadera escuchó con mucha frecuencia nuestras risas compartidas.



[1] Entre las que se encontraba la revista sin nombre que se estaba gestando en La Tapadera aquel ’98 y que nunca llegó a ver la luz.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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