Kencia

DIME

 

Qûqon

´95

´98

845

             

 

Kencia DIME era una adolescente tan marginal como creativa: tenía esa facilidad estética de plasmar su universo personal en un mundo inimitable de formas y colores, texturas… La envidia de todo impotente artísticamente hablando, vamos. Kencia DIME era una de esas chicas inseguras y de escasos modales, pero de trato entrañable; enseguida se mostraba cercana, accesible como personalidad diáfana e inconformista: casi deseando proclamar a los cuatro vientos lo que no le gustaba del mundo… casi todo.

Y su manera de hacerlo era mediante las Artes plásticas, que dominaba con una soltura natural que hacía sospechar del innatismo en cuanto a sus capacidades para llevar a cabo expresivamente cuanto habitaba su cabeza. Cuando descubría o le presentaban un material diferente o una manera nueva de expresarse con materiales ya conocidos, fluía desde sus manos el arte con espontaneidad arrolladora.

Pero su vida no se reducía a eso, aunque bien le habría gustado a Kencia DIME. La realidad que la rodeaba era una familia desestructurada; convivía sólo con su madre, hippie anclada en los ’70. Con respecto a las amistades de Kencia DIME, pues adolescentes como ella: preocupados por experimentar para desengañarse de lo que parecía evidente, que la vida es una mierda. Y por supuesto, académicamente bastante negativo casi todo el entorno de Kencia DIME: rebeldía, poco rendimiento, inconformismo, escasez de disciplina…

Por eso a Alejandro Filosofía le pareció más que conveniente potenciarla en las facetas creativas. Pero enseguida las lenguas viperinas que suelen habitar los institutos: empezaron a sospechar de la pureza de las intenciones de Alejandro Filosofía: a mí esto me pareció un aliciente y me apresté a echarles una mano a ambos.

Como componente del Departamento de Plástica del Instituto Fortaleza, reconduje todo académicamente y no sólo le proporcioné con ello un alivio a Alejandro Filosofía: también fue un trampolín para Kencia DIME. Empezó a colaborar con la revista Los cuadernos del soplagaitas, ganó la primera edición del concurso Memorial Mago Merlín de cuentos… En fin, todo académicamente reconducido sin que nadie renunciara a sus maneras de hacer las cosas: salvo aquel nido de víboras provincianas, que vio así frustradas sus intenciones de hundirles a ambos la existencia.

Más tarde, aunque yo me alejé para siempre de Qûqon, de la docencia, de Los cuadernos del soplagaitas y de otras muchas cosas que dieran lugar a aquel encuentro… Kencia DIME continuó colaborando con La Tapadera durante algún tiempo. En general tenía una personalidad agradable y llevadera, por lo que casi siempre congeniaba con quienes venían a ocupar su espacio vital. Se llevaba especialmente bien con Dolores BABÁ.

Durante los últimos años la he visto circulando por las redes sociales, aunque mucho me temo que el paso del tiempo haya venido a amortiguar o aletargar sus entonces infinitas potencialidades. Cuando la experiencia aporte su ingrediente al conjunto, a buen seguro Kencia DIME renacerá de esas cenizas, porque no sólo domina los materiales para expresarse a su antojo: también es una fuente de contenidos originales y cargados de múltiples valores. Un arroyo, una cascada, un torrente, una tormenta, una galerna… casi una tempestad.

 

 

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta