Mari Cruz

Ref. Araceli BÍGARO

 

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La cara de Mari Cruz Ref. Araceli BÍGARO tenía un rictus impactante, porque la primera impresión que daba era la de estar llorando: con los ojos inyectados y el gesto del rostro a punto de romper en lágrimas, derramarse en llanto. Pero enseguida te dabas cuenta de que no era algo extraordinario a lo que te hubiera tocado asistir, porque en cuanto te la presentaban te percatabas de que la sonrisa amable que asomaba a su rostro por el momento de la mutua presentación, era lo realmente importante: consciente, deliberado y voluntario.

Por eso enseguida, casi de forma automática e inmediata, tu inconsciente recolocaba gestos y situaciones hasta interpretar que aquella cara era la habitual en Mari Cruz Ref. Araceli BÍGARO, no un conjunto de facciones extraordinarias que correspondieran a una situación excepcional. Y Mari Cruz Ref. Araceli BÍGARO resultaba ser una persona alegre, presta a la risa aunque su fealdad fuera digna de compasión o empatía. Nariz un poco de pajarraco, boca torcida y dientes descolocados: sólo era una parte del todo, pero resultaba sin duda la más llamativa.

Quizás por este motivo a uno le parecía casi lógico que sus ojos claros pudieran echarse a llorar en cualquier momento, porque motivos no le faltaban… pero enseguida uno abandonaba semejantes pensamientos, propios más de un hijoputa que de una persona decente.

Al menos eso me pasaba a mí, aunque había otro tipo de gente por el mundo, claro: era el caso de Seco Moco, quien vio en Mari Cruz Ref. Araceli BÍGARO un posible filón de polvos… para sus expectativas donjuanescas de follador sin escrúpulos. Aprovechando que Mari Cruz Ref. Araceli BÍGARO era compañera de piso de Araceli BÍGARO, entró en conversaciones con la propia Mari Cruz Ref. Araceli BÍGARO… que más bien eran negociaciones para apalabrar algún polvo extemporáneo con el que aumentar el número de muescas en la culata del revólver de aquel elemento singularmente promiscuo que resultaba ser Seco Moco.

No recuerdo si fue él exactamente el protagonista del episodio que me llevó a contemplar el cuadro de Mari Cruz Ref. Araceli BÍGARO llorando realmente, pero el motivo fue el involuntario embarazo (no deseado, quiero decir) que desembocó en la imperiosa necesidad de gestionar un aborto más o menos clandestino… porque a finales de los ’80 no resultaba descabellado practicar alguno sin salir del país, pero salir indemne legalmente. Pero lo cierto era que Mari Cruz Ref. Araceli BÍGARO no podía enfrentarse a la situación de ser madre; tenía un trabajo precario y una formación inexistente, además de una familia que ya por lo general estaba desaparecida en algún pueblacho de mala muerte, en los alrededores de Samarcanda: si le iba con aquella historia, cajas destempladas garantizadas.

Así que recuerdo la imagen de Mari Cruz Ref. Araceli BÍGARO junto a Araceli BÍGARO una tarde fría y oscura, caminando por los rincones de la inhóspita Samarcanda, que no parecía apiadarse de la escasa inteligencia de Mari Cruz Ref. Araceli BÍGARO, a juego con el resto de sus mínimos atractivos; lo que pudiera haber de belleza en su cuerpo (si es que existía, algo que desconozco) quedaba eclipsado enseguida por la visión de conjunto.

Recuerdo también la sonrisa ladina de Seco Moco hablando del asunto, como un guerrero victorioso sin escrúpulos apuntándose una victoria de la famosa y eterna batalla propia de la imaginaria guerra de los sexos. Desde luego, en esto tenía toda la razón Mari Cruz Ref. Araceli BÍGARO: aquello era para llorar en cualquier sentido que uno pretendiese mirarlo o analizarlo. Finalmente el círculo se cerraba y cobraba sentido aquello que en principio me había parecido algo que no encajaba: aquel gesto lloroso quizás fuera una anticipación, pero también puede que estuviera allí llamando al mal tiempo.


 

 

 

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