Marisol

Ref. Leandro Francisco CASO

 Kagan

´94

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Imagino que a Marisol Ref. Leandro Francisco CASO le resultaba cómodo el papel de estar a la sombra de alguien, porque es una tarea fácil: consiste simplemente en tomar la decisión de renunciar un@ a sí mism@ y pasar a ser simplemente, en el futuro, la pareja de alguien. En este caso, la deslumbrante personalidad de Leandro Francisco CASO, brillante por definición y casi absorbente para el resto de la realidad toda, hacía que Marisol Ref. Leandro Francisco CASO fuese poco menos que transparente en aquel mundillo de corto alcance: Kagan y sus alrededores.

Marisol Ref. Leandro Francisco CASO trabajaba conmigo en el Instituto de Futuros Currantes, de hecho la conocí a raíz de la carambola que supuso que me destinaran allí: a pesar de toda la carga negativa (o mejor, catártica) que supuso eso para mi existencia, también trajo la presencia de Marisol Ref. Leandro Francisco CASO… y de rebote, claro, la aparición de Leandro Francisco CASO en mi horizonte literario y existencial.

Los cuadernos del soplagaitas y cuanto vino de su mano tuvieron como embajadora casual a Marisol Ref. Leandro Francisco CASO: ella fue la punta de lanza con la que aquel universo casi infinito penetró en mi costado. El papel de Marisol Ref. Leandro Francisco CASO carecía de importancia, al menos en lo que a ella se refería: como si no tuviera conciencia de ser puente entre una realidad alternativa y la aridez esteparia tan característica de Kagan.

Los modales modositos de Marisol Ref. Leandro Francisco CASO, el uniforme de conserje con el que se desenvolvía diariamente en aquel trabajillo sin más problemas ni compromiso que hacer de comparsa para la maquinaria del centro infecto en el que ambos desarrollábamos nuestra respectiva jornada laboral… todo transmitía la impresión de que Marisol Ref. Leandro Francisco CASO era una chica normal. Casi mediocre, diría yo; jamás llegué a saber qué había de cierto en aquella impresión que no sólo era visual: con frecuencia coincidíamos en algún pasillo y nos saludábamos. Su conversación tampoco era para tirar cohetes, nada que superase el umbral mínimo de percepción. Por todo eso la mosca seguía tras mi oreja, pues me parecía harto diferente Marisol Ref. Leandro Francisco CASO de aquélla que se suponía era musa y compañera del gran Leandro Francisco CASO: compartían hogar, hijos, vida y proyecto existencial. Sin embargo daba la impresión de que a Marisol Ref. Leandro Francisco CASO todo lo que proviniera de las elucubraciones y creaciones de Leandro Francisco CASO le quedaba lejano. Como si no se tratara más que de tonterías de él que ella aceptaba como inevitables, pero que esencialmente no compartía… lo soportaba y admitía por venir en el lote indivisible que era su compañero de viaje: el hombre de su vida.

Una musa a regañadientes, podría decirse, Marisol Ref. Leandro Francisco CASO sonreía con frecuencia desde detrás de sus gafas y aquélla daba la impresión de ser sonrisa sincera y amable, aunque parecía carecer de la carga crítica que supuestamente debía esperarse o podría albergar alguien de su posición en el mundo de la inspiración ajena, cuando se trataba de la inigualable de Leandro Francisco CASO.

En cierta ocasión, sin embargo, Marisol Ref. Leandro Francisco CASO me sorprendió sobremanera: todo en ella era igual que siempre, salvo por un pequeño detalle… Gestos, palabras, modales, trato, vestimenta, temas de conversación… todo calcado a lo de cada día, excepto por el color de su traje, en esa ocasión de un rojo llamativo, impactante. Provocador, diría yo: aunque no resultara provocativo. En lo demás todo igual, hasta el punto en que me quedó la duda; quizás fuera mi vista la alterada y aquel día conseguí verla desde los ojos de Leandro Francisco CASO.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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