Mónica

Ref. Dolores BABÁ

Kagan

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Siempre me han llamado la atención esas gentes orgullosas de su pueblo, de sus paisanos y de sus costumbres: acérrimos, que dirían en Kagan. Más que nada porque no deja de ser una casualidad nacer donde uno lo hace (o se lo hacen, en palabras de Unamuno) al menos a mi entender. Sí que es cierto lo de las influencias telúricas y climáticas, por ejemplo, en lo de la personalidad. Y también puede serlo aquello de que, tras recorrer mundo, uno descubre que su pueblo es el mejor de todos: harto difícil estadísticamente hablando y que más bien respondería a prejuicios y no postjuicios.

Pero lo de Mónica Ref. Dolores BABÁ y todas las personas con su mismo perfil ya es otro cantar… y hay muchas, en cada pueblo o cada ciudad l@s encontramos a patadas: personas que, como Mónica Ref. Dolores BABÁ, parecen llevar impreso en la cara, como si de un tatuaje se tratara, el inequívoco mensaje del orgullo de la tierra. Algo que a mí siempre me ha parecido sorprendente, pues podría entenderse si el orgullo fuera por pertenecer a un grupo al que uno ha decidido hacerlo; sea éste cultural, político, amistoso o de cualquier otra índole.

Pero Mónica Ref. Dolores BABÁ llevaba puesto siempre un gesto altivo que si alguna vez había sido pose, ya se había convertido en una de sus señas de identidad. Además  tenía un tono desafiante, parecía decir sólo con su presencia y su gesto: “Ya puedes hacer lo que quieras, jamás me vas a convencer de que estoy equivocada”. Algo así como un gesto de soberbia que podría haberse entendido si proviniera de alguien con un reconocimiento social o una autoridad respaldada por su sabiduría, pero así… más bien se asemejaba a la imposición que proviene de la fuerza: por ejemplo, la militar… o la autoridad impuesta por las leyes (esa otra autoridad que no se gana, sino que se ordena).

No dejaba de ser paradójico, porque Mónica Ref. Dolores BABÁ era una doñanadie en lo que a intelecto se refiere: no recuerdo si estaba estudiando alguna carrera cuando la conocí, pero sea como fuere la importancia de la misma estaba en un segundo o tercer plano.

Que fuera del mismo pueblo que Dolores BABÁ fue el motivo por el que yo conocí a Mónica Ref. Dolores BABÁ; poco tiempo más tarde me percaté del gran paralelismo gestual que existía entre Mónica Ref. Dolores BABÁ y Magdalena HURAÑA, algo que habría estado justificado genéticamente si hubiesen sido ambas de la misma familia… o estadísticamente si no se hubieran conocido de nada y vivieran en lugares distantes. Pero las dos eran del mismo pueblo y formaban parte del mismo grupo, pero no les unía relación familiar alguna; el grupo era aquél que se hacía llamar MUCHO (Mujeres Unidas Contra los HOmbres). La sospecha de la secta planeaba sobre el asunto, pero no soy tan paranoico ni aquella gente tan importante ni radical.

Sin embargo empecé a descubrir también algunas semejanzas en los gestos o miradas que en ocasiones practicaba Dolores BABÁ: pero creo que estos parecidos se encontraban más en mi mirada que en el objeto estudiado, porque aquello no era más que un grupo de pueblerinas con ínfulas.

La tal Mónica Ref. Dolores BABÁ, como tanta otra gente (de allí o de cualquier otra latitud), se agotaba en sí misma; que es tanto como decir que era intrascendente… jamás oí salir de la boca de Mónica Ref. Dolores BABÁ nada que tuviera el más mínimo interés. Sólo se trataba de entretenimientos: los de esas personas que llenan la vida de minucias y –cuando tienen un tiempo o una energía sobrantes, que podrían emplear en cualquier otra cosa– van a la búsqueda de más minucias… pero exóticas.

 

 

Sonido

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