Magdalena

HURAÑA

 Kagan

´91

´98

 896

             

 

El gesto característico del rostro de Magdalena HURAÑA resultaba una mezcla de orgullo, convicción y seguridad: capaz de provocar en su interlocutor@ una reacción inmediata, en el sentido que fuera… No podía permanecerse indiferente ante aquella forma de estar cuya pose daba a entender algo así como: “Es lo que hay”. Ahí sólo quedaban dos posibilidades: o aceptarlo o alejarse, pero entrar a cuestionar aquello se adivinaba como algo tan trabajoso que enseguida quedaba descartado.

Teniendo en cuenta que Magdalena HURAÑA había estudiado Filosofía (o lo estaba haciendo entonces, no lo sé muy bien), podemos calificarla como una persona axiomática, al utilizar el mismo esquema que la Lógica de semejantes características, a saber: hay elementos indiscutibles a partir de los que se construye o califica el mundo; pueden ser cuestionados los razonamientos y las conclusiones, pero los axiomas son intocables.

Y los principios inmutables sobre los que se construía la realidad de Magdalena HURAÑA eran pocos y elementales, tan básicos que podrían calificarse como primarios. Uno de ellos era su relación de pareja: desde que la conocí, la simbiosis entre Cecilio Andrés NADA y ella se acercaba más al monopolio que a cualquier otra manera de enfocar el asunto; más un régimen de economía política que una cuestión sentimental… pero por parte de ambos, ¿eh? Otro de los axiomas de Magdalena HURAÑA era su relación de amistad con Dolores BABÁ: de hecho, si yo llegué a conocer a Magdalena HURAÑA fue por este motivo, no porque estudiara Filosofía. Por extensión, dicho axioma incluía a todas las amigas de su pandilla… el círculo de su pueblecito, cercano a Kagan: un grupillo de patologías que se autodefinían bajo el nombre de MUCHO (Mujeres Unidas Contra los HOmbres). De hecho, la mayor parte de mis conversaciones con Magdalena HURAÑA a lo largo de los años giró alrededor de Dolores BABÁ y la infinita problemática asociada a su neurasténica personalidad… pero la postura de Magdalena HURAÑA era siempre la misma: intentar hacerme comprender que la manera de ser de Dolores BABÁ era incuestionable, sólo necesitaba ser comprendida por mí. Lo de comprender la mía ya era cosa como de ciencia-ficción, digamos…

Seguramente habría más axiomas en aquel universo llamado Magdalena HURAÑA, pero no entraré a intentar formularlos. Simplemente con aquellos dos y las ramificaciones de ambos, su vida ya estaba más que llena antes incluso de conseguir los objetivos por los que Magdalena HURAÑA peleaba desde siempre: lograr un núcleo familiar con Cecilio Andrés NADA y los vástagos correspondientes fruto de aquel proyecto era uno. El otro: tener un trabajo estable, Magdalena HURAÑA lo enfocó hacia lo de las relaciones personales, de pareja: puso una agencia de este tipo, aunque la misma luego derivó hacia el asunto de las adopciones internacionales.

Por supuesto, con el apoyo jurídico del gran Cecilio Andrés NADA: la capacidad omniabarcante de éste se lo permitía, era casi un Dios del Derecho. Por allí se quedaron aquel ’99, cuando yo me marché de Samarcanda… enredados en aquella tela de araña construida a su antojo.

Quiso la casualidad que años más tarde coincidiéramos una vez a orillas del Mediterráneo: Magdalena HURAÑA iba acompañada de su primer axioma, Cecilio Andrés NADA, y los vástagos resultantes. Según me contaron, les habían hecho sufrir horrores: a ella durante el parto y a ambos posteriormente. Uno de ellos continuaba haciéndolo después, allí mismo, en directo… por tener una personalidad en extremo problemática.

Sobre el segundo axioma, ni lo nombró: para mí ya estaba más que caducado, así que a su impresión de que para nada venía a cuento sólo tuvo que añadir mi silencio.

 

 

Sonido

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