En las presentaciones resultaba reservado, quizás incluso un poco tímido. Pero su apariencia desgarbada escondía una personalidad de múltiples matices, interesante como pocas.

Adán SIERRA no sólo estudiaba Filosofía, sino que además escribía poesía[1] y tenía una predilección especial por el mundo de la imagen.

Muchas veces compartimos tertulias y veladas en el Fin de siglo, porque también frecuentaba aquel ambiente decadente.

Le gustaba la música, tenía un grupo llamado Les Vulnérables que llegó a actuar en el Idiota cuando yo lo gestionaba, en tiempos de La Tapadera.

Actualmente Adán SIERRA tiene un blog por el que me doy una vuelta de vez en cuando. Es profesor universitario, se debate a cada instante en una sabia mezcla de todo lo anteriormente explicado.

Resulta envidiable su formación, su capacidad y la forma que tiene de plasmar tanta sabiduría en explicaciones que siempre son aleccionadoras. Puede que en su día perteneciera a la generación de continuadores en la Facultad de Filosofía, tras la mía… pero a fecha de hoy ha superado con creces sus limitaciones de montaña, poniéndose por delante de la mayoría. Para mí es un referente ante el que me descubro.

Como guinda, todo el tesoro de su sabiduría se esconde tras el disfraz de una apariencia normal: ese cascarón le permite irte sorprendiendo agradablemente a medida que le conoces más y más.

[1] Llegamos a compartir espacio en el proyecto Soplagaitas.