Maika

GRECA

 

Kagan

´85

´97

488

             

 

Lo que más llamaba la atención al conocer a Maika GRECA era su defecto al pronunciar las eses, casi como efes. Por este motivo Jesús Manuel LAGO la apodó, con tanta crueldad como acierto, la phiphi. Luego, por extensión, el mote fue también adjudicado al grupo de amigas con las que se movía Maika GRECA en clase. Sobre todo Celia VACÍO. Así todo quedó reducido más bien a la típica “lucha de clases” que caracteriza desde siempre a un aula. Las phiphi eran las empollonas: desde esta clasificación, el resto éramos personas normales.

Supongo que era el orden natural de las cosas, sedimentadas según la forma de ver el mundo, de abordar la realidad del estudiante. Maika GRECA era de Kagan[1] y precisamente por esta conexión llegué a conocer a Dolores BABÁ una noche aciaga y propicia… con lo que eso llegó a significar en su día para mi futuro más inmediato.

Pero Maika GRECA no era unidimensional[2]. En ella convivían varios planos superpuestos con mayor o menor armonía. De un lado, como ya he dicho, la Cofradía de las Niñas Muertas. De otro, su carácter saharaui antes apuntado. También estaba su condición de empollona, de phiphi. Otra de sus facetas la constituía tener un novio llamado Vuelax, de Jizzakh[3], con la consiguiente adscripción a mi teoría del Triángulo maldito. Una dimensión más de lo poliédrico de Maika GRECA residía en su pasión por los tangos, algo que también compartíamos.

En todas y cada una de estas vertientes, en algún momento de mi pasado Maika GRECA fue un catalizador de energías. De una forma incomprensible y que se me escapaba, resultaba una pieza que favorecía el encaje de todas las facetas de mi vida. Sin que yo supiera muy bien si era una trampa de la realidad[4] o más bien una embajadora que permitía mi inserción pacífica en la realidad misma.

Una realidad que yo me negaba a aceptar por fea. Más bien por no corresponderse con lo que a mí me gustaría que fuera. Para mi vida, a partir del ’88 la presencia de Maika GRECA se convirtió por tanto en algo interdisciplinar. Informaba muchas facetas de mi vida, aunque sólo levemente al principio. Ésta se volvía así permeable a las influencias de lo que venía siendo la normalización de la vida… más aún a partir del ’91, con la aparición de Dolores BABÁ y mi decisión consciente de tener una vida normal. Una vez superado el impacto de lo que había sido mi despertar a la vida entre el ’85 y el ’88.

En otras palabras, Maika GRECA era una especie de hilo conductor, de voz de la conciencia personificada. A partir del ’91 mi vida casi normalizada tenía a Maika GRECA como vigilante en la distancia. Como cuidadora de que yo no me saliera de los márgenes.

Por si quedaba algún fleco suelto, cuando en el ’94 me trasladaron para trabajar como funcionario al Instituto de Futuros Currantes de Kagan, entre los componentes de la plantilla docente del mismo ¡estaba su padre! Para los amantes de la teoría de la conspiración toda una tentación, sin duda.

Pero aquel mismo año empezó otra etapa para mí, cuando me fui a Angren como profesor. Aquello dio al traste con cualquier planificación[5] posible de mi vida, expuesta de aquel modo a tantos factores incontrolables.

El eje saharaui desapareció definitivamente de mi existencia y con ello llegó el alejamiento de la influencia de Maika GRECA. No es que tuviéramos una especial relación de apego o cercanía, pero sí de conexión mental que pasaba en primer lugar por su amistad con Dolores BABÁ, lo que alejaba cualquier posibilidad de cercanía física entre nosotros[6].

Tras unas oposiciones que para ella fueron pan comido, enseguida empezó a dar clases de Filosofía[7]. Hasta allí fui de excursión unos carnavales, con Dolores BABÁ. Conocí a la pandilla de amiguitos con pretensiones intelectualoides que rondaban a Maika GRECA. Entre ellos, un arquetipo que ni siquiera merece figurar en el catálogo oficial de los mismos: el gilipollas que se cree muy listo.

Para entonces Maika GRECA ya había renunciado como planteamiento existencial a cualquier otra posibilidad de vida alternativa. Incluido el romance con un mexicano que en su día había hecho peligrar a Vuelax… sin duda para la resolución de aquel conflicto en su conciencia, el machismo del mexicano fue determinante en la ruptura. Maika GRECA había empezado ya a planificar su nido y por tanto lo de la camada era cuestión de tiempo. Nada más que paciencia.

Supongo que tras las juveniles zozobras… una vez recalado el velero en el puerto adecuado, la calma chicha se habrá instalado definitivamente en su vida, ya asentada. Tan normalizada como previsible, aunque excepcional intelectualmente hablando.

Será toda una autoridad en alguna materia del saber que la propia Maika GRECA habrá elegido desde su cátedra del instituto. Intelectualmente inquieta… yanto, como inofensiva desde el punto de vista existencial, de lucha cotidiana. Para ésta siempre fue más amortiguador que trampolín.




[1] Pertenecía a la que yo llamaba Cofradía de las Niñas Muertas.

[2] Al revés que la mayoría de las componentes de la Cofradía de las Niñas Muertas.

[3] Con lo que eso significa. Vamos, que imprime carácter: a él directamente y a ella de rebote.

[4] Para mantenerme atrapado en aquel orden… que a mí me provocaba repulsión.

[5] Plano y plana.

[6] Salvo un tango eróticamente bailado en nochevieja al abrigo de la oscuridad de Kagan.

[7] Para Maika GRECA su aprobado fue una victoria… pero su destino: destierro, derrota.

 

 

Sonido

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