Perfume

     

´85

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581 

             

 

La comida que como

soy yo; seré yo”.

Ana Basualdo: Oldsmobile

 

El olor que desprendo soy yo. En algún momento del pasado más inmediato he sido yo.

De alguna manera el olor de una persona significa su presentación en sociedad. Por eso, de la misma forma que vestimos nuestro cuerpo adornamos nuestro olor. Habrá quienes sostengan que todo vestido es disfraz y todo perfume máscara. Aunque fuera cierto: ¿dónde se encuentra la frontera entre el disfraz y el atuendo? Esto no desmerece en modo alguno la herramienta… es análoga a la función que ejerce el lenguaje con el pensamiento.

Los olores son parte del recuerdo. Muchas veces disfrazados a su vez de objetos o lugares. De ahí la importancia del perfume: elegirlo nos define, cuando no al revés. De ahí que el perfume jalone la existencia de la misma forma que los balbuceos o el descubrimiento de paisajes y sabores. Recapitular un universo de aromas, por tanto, resulta una tarea tan seductora como imposible.

Restringiré el epígrafe al perfume… y dentro de él, haré un pequeño recorrido por los que he utilizado a lo largo de mi vida. El listado, como en tantas otras ocasiones similares, no pretende ser exhaustivo (de nada le serviría) sino inhaustivo. Profundiza superficialmente de manera impresionista, valga el oxímoron, con intenciones de bucear en esa incierta esencia que nos acerca al mundo de la sinestesia.

1.          Off shore (’81). Un hallazgo casual llenando mi cabeza en la penumbra de la siesta. Alrededor el infierno del verano y en el interior de aquella miniatura de frasco, el mar en una prisión de cristal. ¿Se puede capturar el cielo? Retenerlo a mi lado como quien memoriza un poema me resultaba casi un objetivo vital, un sueño. Una promesa de fantasías para una mente absorbiendo experiencias, bajo la influencia sensual de Carmen Kagan. Casi como una esponja marina. El gris de aquella casa vieja, con vocación de fresca, arropándome los sentidos aunque estuviera en Kagan.

2.          Quorum (’85). Un pasaporte hacia mundos hasta entonces sólo imaginarios. La colonia era un regalo de Araceli BÍGARO: un aroma con bibliografía (venía acompañada de El perfume, de Patrick Süskind). Una declaración de amor acompañada de besos para el alma inocente que era la mía. Un arma inmensa para quien aún no sabía de guerras. Un dardo clavado en la intimidad del misterio que es el amor. Incomprensión y deseo. Todo un aprendizaje entre las caricias de la sabiduría. Cuando lo huelo, escucho mi pasado.

3.          Maxim’s (’90). Una sorpresa viniendo desde el otro lado del mundo conocido, allende las fronteras. Regalo de huéspedes franceses que llegaron aquel verano hasta la casa de mis padres. Caja cítrica de sensaciones aromáticas que caben en el descubrimiento de otras realidades, pero que viven inofensivas entre nosotros. Casi como si la explosión del cerebro tras un olor pudiera ser objeto de importación. El detonador no tiene materia… se trata de una bomba mucho más poderosa que el tiempo. Transporta hacia paisajes inventados por uno mismo, que de otra manera jamás habrían existido: igual que los infinitos paisajes femeninos que sólo habitan la imaginación.

4.          Massimo Dutti (’91). Un comienzo casual, que asocia un regalo familiar con el aprendizaje consciente de los rituales amorosos. Buscando la identidad entre arrumacos, a plena luz del día. Pergeñar la sociedad desde un olor comedido la hace más soportable, sin duda. Es el estadio vital en el que se identifican colonia y jornada festiva… casi una declaración de principios. El horizonte: ese lugar lejano en el que se funden sin confundirse la casualidad y la pituitaria. La puesta en escena de lo que se supone debería ser la vida. Por eso mismo, la puesta de largo de unas convenciones cargadas de desencanto. Semejante descubrimiento en compañía de Dolores BABÁ, la realidad reclamando su lugar a codazos.

5.          Calvin KleinCbeK (’98). Un destello: todas las capitales del deseo para llenar contigo el Universo. Más que un aroma, la conquista del espacio. Pisar la luna negra desde la transparencia. Si la pasión tuviese olor, con toda seguridad sería éste. Contra las convenciones y contra toda expectativa, eras tú y por eso lo quiero… era Mesy en expansión. Con la desmesura de quien se embriaga con la suavidad de tu cabello indómito. Me declaro culpable de este delito, envidia de la Humanidad en pleno: olerte a cada instante en la memoria. Lo asumo plácidamente. No sabía, no supe lo que era el perfume hasta el instante de tu llegada.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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