Sala de alumnos

   

Samarcanda

´85

´88

626

             

 

Allá por el ’85 existía un lugar alternativo dentro del mismo recinto que le disputaba a la cafetería de la Facultad de Filosofía el papel de horizonte de libertad. Era la sala de alumnos, un local gigantesco y diáfano en el que se fumaba, se charlaba y muchas cosas más.

La sala de alumnos contempló impasible y alegremente infinidad de historias. De amor muchas de ellas. Allí, por ejemplo, durante las movilizaciones del ’87, se conocieron Seco Moco y Leticia MIRA. También por aquellos cómodos sillones me perseguía Pepe la peste (una infumable pedagoga). Departiendo sobre las mesas que había, una tarde le regalé a Brenda VAYA mis uñas recién cortadas.

Por la sala de alumnos solían interactuar también Salvador MAÑO y Tania Ref. Salvador MAÑO. Infinidad de historias más, que incluían planificaciones cosmológicas de robo de libros por parte de Alejandro Marcelino BOFE. ¡Cómo no! trasegar incontables cervezas, mano a mano conmigo, Pablo CIEGOS o Eugenio LEJÍA. Incluso jugábamos partidos de fútbol en ella, durante las movilizaciones del ’87.

Pero allá por el ’88 desapareció todo eso. La dividieron en despachitos al servicio del cuerpo docente y la sala de alumnos desapareció. Se diluyó como tal. Sin duda, una venganza de eunucos por el papel[1] que desempeñó durante aquellos breves años. Así que sólo quedó el reducto de Anselmo Café. La cafetería de la Facultad de Filosofía: un bareto con cuadros que parecían escapados de un Todo a 100.


 

[1] Libertario… incluso sexualmente hablando.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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