Camilo
FRANCO   Kagam ´94 ´96 763
           

 

 

Camilo FRANCO resultó ser catalizador de las energías circulantes allá por el verano del ’95, porque la relación que yo mantenía con Dolores BABÁ no era la misma que ella mantenía conmigo: cada uno la veía de una manera diferente. Es decir, aunque la compartíamos y éramos los dos únicos componentes directos de aquella inclasificable pareja, digamos que eran dos relaciones distintas.

Un poco por intentar encontrar lugares comunes, que consiguieran interseccionarnos hasta convertirnos en una unión de dos conjuntos (dicho en terminología de Euler-Venn), a Dolores BABÁ se le ocurrió que podíamos hacer un viaje a Cuba; creo que más que nada se trataba de un reto, un desafío con la finalidad de ver si yo recogía el guante.

Y como juez indiscutiblemente neutral estaba Camilo FRANCO: en Kagan era todo un referente para cuestiones relacionadas con el Caribe, porque no sólo había estado por allí unas cuantas veces… además se declaraba abiertamente enamorado del país y deseaba volver cuanto antes ¡y cuanto más, mejor! Si no podía ir él en persona, Camilo FRANCO también se conformaba con enviar una especie de emisarios para mantener viva en su corazón la llama de aquel amor que le ardía en la mirada cuando Cuba era el tema de conversación.

Así que tuvimos un par de charlas con Camilo FRANCO en alguno de los baretos en los que trabajaba en Kagan: alguno creo que era suyo, pero sólo parecían instrumentos con los que ayudarse temporalmente, hasta conseguir aquel sueño que para Camilo FRANCO era marcharse definitivamente a Cuba algún día.

Se le llenaba la boca explicando los detalles: para los ojos de Camilo FRANCO sólo había este paisaje posible en el planeta. El espíritu del Caribe le había conquistado hasta tal punto que sólo ahora comprendía que toda su vida anterior había sido una mera preparación para este descubrimiento que todo lo trastocaba. Su pareja también participaba de aquel entusiasmo, pero no sé si por inercia y arrastrada por aquel torrente imparable o por propia convicción.

En fin, aquellas conversaciones acabaron de sumergirme en la empresa de viajar hasta Cuba; imagino que cuando Maika GRECA nos recomendó hablar con Camilo FRANCO ya lo imaginaba. Para mí había una especie de entusiasmo sobrevenido que procedía sin duda de la emoción que embargaba a Camilo FRANCO… su carácter contagioso, inevitablemente persuasivo.

Con la misma energía positiva que ponía en la selección musical de La esquina de la salsa, Camilo FRANCO regentaba la barra del 23/L. A mí me fascinaba semejante embriaguez del espíritu en una persona como Camilo FRANCO, que era un tipo tan sano como sincero y de carácter insuperable. De alguna manera siguiendo sus consejos y escuchando sus instrucciones, yo me sentía hasta cierto punto reencarnado en aquella energía que probablemente a mí me faltaba… de la misma manera la convicción de Camilo FRANCO en el régimen político (el cubano o cualquier otro) que a Camilo FRANCO le sobraba a raudales.

Todas las recomendaciones de Camilo FRANCO resultaron positivas durante mi posterior estancia en Cuba: quizá con aquellas conversaciones tan amenas como interminables, Camilo FRANCO llegó a conseguir que yo viera Cuba con sus ojos… o que desde el Caribe mi mente volara hasta Kagan, superando la pacata materia en un abrazo cósmico que probablemente jamás entenderá quien no haya conocido a Camilo FRANCO.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta